Ver las calles vacías de París no me causó tanto impacto, lo que me sorprendió fue el silencio que se escuchaba en esos días. Cualquier detalle sonoro nuevo que aparecía en el ambiente era claro, comprensible, hasta parecía amplificado.
En ese silencioso contexto empecé a escribir lo que por ahora, he decidió llamar “A-finada”. Un nuevo guión, una versión más del confinamiento. La grabación ha empezado, respetando todas las medidas sanitarias, y aunque el proceso está siendo un poco más largo de lo acostumbrado, valdrá la pena ver el resultado.
Aún sin planes certeros para su estreno, a diferencia de la mayoría de mis cortometrajes, este podría tener una difusión al estilo de esta “nueva normalidad”, y me daría mucho que lo puedan ver llegado el momento.
Extraño el sonido de esa ciudad silenciosa, las frecuencias que genera la autoevaluación y reflexión profunda. Ese intento por encontrar la verdad y el verdadero significado de la vida. Hoy me impresiona, las máscaras que la gente sigue poniendo en sus rostros, barreras para ocultar esa profunda necesidad de atreverse a acercarse a Dios.